Esta es un serie de tesis escrita colectivamente por un grupo anónimo llamado “Your Lazy Comrades” [tr. “Sus camaradas perezosxs”] y enviada para ser publicada por Haters Cafe. Fue publicado el 7 de enero, 2022. Abajo la version traducida for CHUSMA CHUSMA con notas sobre la traducción.
El Gran Rechazo. Ofrecemos estas tesis como provocaciones y bloques de construcción para una mayor elaboración y acción.
-
Después de más de una década de luchas cada vez más militantes e intensas, tanto el alcance como el poder imaginativo de la Rebelión de George Floyd [fn] Este es el nombra común para el levantamiento que se destalló despues del asesinato de George Floyd, un hombre negro, por Derek Chauvin, un hombre blanco trabajando como policía en la ciudad de Minneapolis, Michigan; empezando el 25 de mayo 2020. [/fn] fue tal que el movimiento no se limitó a abandonar las calles, sino que se trasladó de las calles a los lugares de trabajo, los hogares, las escuelas, las prisiones, las familias, las reuniones sociales, en otras palabras, a la vida cotidiana proletaria. Mientras que estas luchas anteriores -Occupy, Black Lives Matter, Standing Rock, la huelga de prisiones, Occupy ICE, el antifascismo, Metoo, etc.- habían seguido siendo abrumadoramente políticas, a pesar de las muchas tendencias insurreccionales y antipolíticas que había en ellas (rechazo de las demandas, afirmación del valor de las vidas negras e indígenas y punto), la rebelión de George Floyd se desbordó por completo en una lucha social totalizadora, el único tipo de lucha capaz de destruir este mundo.
-
El aspecto más visible de esta lucha social ha sido el rechazo del trabajo generalizado, lo que los economistas denominan La Gran Renuncia, que ha hecho que más de 30 millones de estadounidenses abandonen sus puestos de trabajo sólo en 2021. Pero el Gran Rechazo también puede verse en un enorme aumento de la acción y organización laboral más tradicional; en casos de saqueos masivos divorciados de contextos más obvios de movimientos y disturbios; en la ruptura de los regímenes de calificaciones y exámenes escolares; en una amplia expansión de la ayuda mutua; en un reconocimiento aún más amplio de la violencia psíquica y la alienación de la vida cotidiana intensificada y hecha dolorosamente visible por la pandemia, y una aceptación concomitante de la atención a la salud mental, la pereza y la búsqueda de placer; en un odio abierto general al trabajo.
-
El surgimiento de la revolución social refleja un cambio cualitativo, más que simplemente cuantitativo, en la lucha. Mientras que las oleadas anteriores fueron impulsadas por innovaciones tácticas en respuesta al ataque estatal y capitalista, el Gran Rechazo representa una ofensiva distribuida, a nivel de clase, contra el Estado, el capital, la supremacía blanca y la propiedad. El cambio cualitativo observado en la fase del Gran Rechazo de la rebelión de George Floyd amplió el objetivo: de la confrontación con la dominación directa y sus orígenes antinegros (policía, prisiones, tribunales) a la confrontación con la dominación indirecta (el trabajo y todo lo que conlleva). Mientras que la primera fase de la rebelión puso en marcha un profundo cuestionamiento de la policía, el encarcelamiento y lo que podría significar la justicia en Estados Unidos, esta segunda fase pone en tela de juicio el lugar destructivo del trabajo en la vida de los proletarios que luchan por llegar a fin de mes, así como la amenaza que supone para el mundo entero desde el punto de vista ecológico. Se trata de una profundización de la crítica vivida de la vida bajo el régimen racial del Capital.
-
Debido a su carácter ofensivo y distribuido, El Gran Rechazo ha sido casi totalmente invisible para la izquierda organizadora y activista (“la izquierda” se utilizará aquí en su definición más amplia, como gente de cualquier tendencia que se compromete con la lucha por la liberación como forma de vida). Para la izquierda, el período posterior a la rebelión del verano de 2020 ha parecido una calma como cualquier otra. Como si fueran generales luchando en la última guerra, este medio se resigna a los deprimentes ritmos de obsolescencia planificada de las oleadas de movimientos políticos en el mismo momento en que ese ritmo está siendo superado. Además, la izquierda electoral ha aprovechado este momento para volver a su admonición de la autoactividad proletaria que no encaja en sus anticuados marcos, una admonición que se puso brevemente en pausa cuando la rebelión de George Floyd se mostró mucho más poderosa y duradera que sus esfuerzos de campaña.
-
La revolución social es significativamente más difícil de reducir a puntos de datos, escenas conmovedoras y heroicas, organizaciones y causas, eslóganes y reivindicaciones, es decir, a imágenes, que la revolución política. En el mundo al revés del espectáculo [fn] Aquí la palabra espectáculo se refiere al término tal como lo usa Guy Debord en su obra “La socidead del espectáculo” (1965).[/fn], todo aquello cuyo carácter material y tangible no puede reducirse a imágenes se siente menos real. Cuanto más se aleja el movimiento real para abolir el estado de cosas de las imágenes de lucha hacia la transformación de la vida cotidiana, más se aleja la izquierda de ese movimiento. Este rechazo de convertirse en un espectáculo más reproducible es uno de los puntos fuertes de esta fase, no porque convertirse en clandestino sea un valor en sí mismo, sino porque los políticos de izquierdas no tienen nada que reclamar como propio. El propio contenido de esta fase no le sirve a la izquierda, y si acaso le gustaría que desapareciera.
-
A pesar de esta aparente oposición entre lucha política y social, la rebelión de George Floyd debe entenderse como la culminación de la lucha política de la década anterior. Esto puede verse en el retorno de todas las tácticas de esa década -el bloqueo, el motín, la ocupación, la marcha masiva, el call-out [fn]Un frase dificil a traducir por no tener una traducción directa. Quiere decir un acusación directa contra una persona, grupo o negocio para llamar atención a los demás, comúnmente sobre las redes sociales. [/fn], la huelga de prisiones, la movilización antifascista, el cierre de carreteras- durante los meses de apogeo de la rebelión. La superación de lo político en lo social no habría sido posible sin la revigorización de lo político a través de la década anterior de lucha. La única salida es a través.
-
En el momento de mayor logro para la izquierda, su propia superación a través de la generalización de la lucha, se ha vuelto, melancólica, hacia adentro. Al verse “reducida” de la altura moral de la dirección vanguardista a la simple igualdad de participación por el carácter masivo de los acontecimientos, y habiendo aprendido a mirar sólo sus propios esfuerzos organizativos como el marcador y la medida de la fuerza de la clase, intenta, desinflada, arrebatar la derrota de las fauces de la victoria.
-
El Gran Rechazo es un punto bisagra crucial para los revolucionarios: podemos aceptar el colapso del movimiento obrero clásico y sus formas y (seguir) desarrollando y experimentando con nuevas formas de moverse y analizar, o podemos redoblar la imagen empobrecida de las victorias pasadas y, en nuestro deseo de poder, reconocimiento y liderazgo, convertirnos en el filo de la contrarrevolución. Esta última tendencia se vio en las calles durante el levantamiento, cuando las organizaciones “revolucionarias” se abrieron paso a la cabeza de las marchas y las multitudes, sólo para conducirlas en desfiles circulares hasta que las piernas de todos se rindieron, para encaminarlas hacia autopistas sin planes de evasión o escape, o para empujarlas hacia un conflicto puramente simbólico con la policía, tipificado por la detención no resistida de los manifestantes.
-
Si, por el contrario, nos inspiramos en la propia lucha, podríamos sumarnos al Gran Rechazo retirándonos de las formaciones de izquierda que hayamos ayudado a construir y constituir hasta ahora -y aquí no nos referimos simplemente a las organizaciones, sino a los medios, proyectos, escenarios sociales o métodos de práctica- que se están mostrando inadecuados a los acontecimientos. Los escenarios proto-revolucionarios surgen muy raramente, y tenemos que alejarnos de nuestros propios dogmas y certezas si queremos actuar y movernos con eficacia.
-
La pandemia de coronavirus fue una condición necesaria pero insuficiente para la Rebelión de George Floyd y El Gran Rechazo. El anti-negritud, el capacitismo y la xenofobia también eran necesarios, pero no son novedosos, aunque la pandemia supuso una profundización de estos códigos sociales. La profunda perturbación biopolítica, social, psíquica y económica de la pandemia y su gestión ofreció muchos impulsos para la revuelta, pero la pandemia global no condujo a un levantamiento en todo el mundo.
-
Los factores aportados específicamente por la pandemia fueron muchos: la experiencia de la muerte, la enfermedad y el desempleo masivos; la exposición de la verdadera naturaleza de la escuela y el trabajo, ya que algunas experiencias y tareas seguían siendo “esenciales”, mientras que otras desaparecían sin hacer ruido; un cuestionamiento de la vida doméstica y de género creado por el arresto domiciliario parcialmente forzado; la falta de deportes, televisión, bares, clubes y otros panes y circos para darnos algo de qué hablar y pensar más allá de nuestra liberación; la carga desigual de la enfermedad y la muerte pandémicas en las poblaciones negra, nativa y no blanca; la furia por la aceleración activa de la pandemia por parte de los líderes de extrema derecha que actúan en nombre de los terratenientes pequeñoburgueses y los propietarios de pequeñas empresas que querían que “volviéramos a trabajar”; el dinero extra en mano por las repentinas ganancias inesperadas del aumento del desempleo y el estímulo; la moratoria de los desahucios; la profunda frustración, el aburrimiento y la alienación por el colapso incluso de los modos más simples de reproducción social como la amistad, los servicios religiosos, las fiestas, las reuniones familiares; etc. etc. Todos estos factores se han dado en Estados Unidos en una sociedad que ya se está hundiendo bajo la revolución negra en marcha, la resistencia indígena cada vez más poderosa, la asombrosa desigualdad, la deuda, el aburguesamiento y la pobreza, un profundo odio hacia el presidente y el partido republicano, la aceleración de la catástrofe ecológica, el fracaso del sistema sanitario, el encarcelamiento masivo ampliamente aborrecido y los muchos síntomas mórbidos menores de este imperio en colapso. Estos vientos sociales, afectivos y económicos crearon la tormenta perfecta del Gran Rechazo.
-
Aunque el Gran Rechazo no es totalmente global, tampoco se limita a Estados Unidos: sus contornos son visibles en Vietnam, Chile, Alemania y gran parte del Caribe. En particular se nota una explosión similar de conciencia antitrabajo y acción antisocial entre los trabajadores más jóvenes de China.
-
En Estados Unidos esta retirada masiva de mano de obra, esta huelga general, ha dado lugar a una enorme mejora de los salarios, las prestaciones y las condiciones de trabajo, incluyendo el mayor aumento salarial nacional interanual en décadas. Sin embargo, estas concesiones no están satisfaciendo a la clase trabajadora, que en octubre siguió abandonando sus puestos de trabajo a un ritmo acelerado. Parece, pues, que la cuestión no es el tipo de trabajo, ni el nivel de remuneración, sino el trabajo en sí.
-
Esta acción y conciencia antitrabajo representa una continuación de la acción y conciencia antipolicial de la Rebelión de George Floyd. La policía, el patrón y el propietario forman la impía trinidad de la opresión proletaria. Sin tener que pagar un alquiler no iríamos a trabajar para un patrón, sin un salario ofrecido por un patrón el casero no podría extraer riqueza acaparando viviendas, sin la policía mandaríamos a la mierda a patrón y casero por igual. Pero con las moratorias de desahucio y el dinero en mano, y habiendo mandado recientemente a la policía a la mierda, hasta quemar sus pocilgas [fn] Referencia a las comisarías de policía que fueron cuemados en el levantamiento. [/fn], los trabajadores reconocen cada vez más la naturaleza parasitaria del patrón y del lugar de trabajo, y la rechazan debidamente.
-
Es en la conexión de esta conciencia antitrabajo con las luchas abolicionistas y descoloniales en un rechazo total de esta sociedad donde vemos la mayor esperanza de que nuestros esfuerzos den fruto.
-
Todos estos acontecimientos han ocurrido sin el colapso financiero masivo que todo el mundo parece estar de acuerdo en que ha estado merodeando, justo fuera de la vista en el horizonte, durante los últimos tres o cuatro años. La economía real se ha enfrentado a una severa contracción, desde el fracaso de las infraestructuras y la logística que vacía las estanterías en los centros imperiales hasta las súbitas fluctuaciones de los costes energéticos y la inflación que escapa al control y la gestión de las instituciones financieras centrales. Y, sin embargo, los mercados financieros y de la vivienda suben, en gran parte gracias a los estímulos pandémicos y aparentemente imperturbables por las luchas sociales y económicas que definen nuestra vida cotidiana. Algunos revolucionarios han argumentado que la deuda y la financiarización han divorciado por completo los escalones superiores de la economía de los procesos materiales de trabajo y producción de mercancías, en cuyo caso ya no estamos viviendo bajo el capitalismo per se, sino una especie de tecno-feudalismo, y por lo tanto el colapso podría ser diferido permanentemente. Pero el mito de la criptomoneda es simplemente la cara afirmativa de esta moneda: antes de cada crisis de época, muchos se convencen de que el problema de la naturaleza social del valor se ha resuelto de una vez por todas. En este hecho nos inclinamos a estar de acuerdo con los economistas: esto es insostenible y se acerca un colapso. Si los trabajadores provocan este colapso por sí mismos, habremos entrado activamente en un período revolucionario.
-
Los líderes mundiales respondieron a la emergencia de la pandemia con la misma codicia, apatía y total desprecio por nuestras vidas que siempre han mostrado. Considerada como un ensayo para catástrofes médicas y ecológicas cada vez más drásticas, la democracia capitalista ha indicado su total disposición a sacrificarnos a nosotros y a todo lo que apreciamos a la cabeza de la muerte del beneficio. Nadie vendrá a salvarnos.
-
En Estados Unidos, el Partido Demócrata ha fracasado decisivamente en su papel histórico de cooptación y contención del movimiento. Demasiado aclimatados a trabajar como la mano izquierda del partido republicano, no vieron que Bernie Sanders representaba su mejor esperanza para atajar esta conjetura revolucionaria, a pesar de los tenaces esfuerzos de la izquierda socialdemócrata por demostrárselo.
-
La innoble derrota del movimiento socialdemócrata electoral por parte del Partido Demócrata tiró de la alfombra bajo el ala derecha de la izquierda, enviando a su liderazgo mediático a una espiral de irrelevancia y empujando a la mayoría de los organizadores sobre el terreno fuera de la actividad del movimiento o hacia proyectos más activamente confrontativos y revolucionarios, en el momento exacto en que el Estado necesita todos los amortiguadores del movimiento revolucionario que pueda conseguir.
-
Joe Biden es el ejemplo prototípico de un líder sobre el que los historiadores entonan con gravedad que, de haber estado al frente del Estado un líder más decisivo, popular o astuto, se podrían haber evitado las crisis posteriores. Sería un excelente último presidente.
-
El fallido golpe fascista del 6 de enero de 2021 marca un importante hito en el nivel del movimiento político de derecha en Estados Unidos. Si bien las formas organizativas particulares representadas por la alt-right fueron derrotadas en gran medida por la organización antifascista, la persistencia del movimiento fascista refleja una respuesta reaccionaria global a las tendencias que se alejan de los estados-nación y la democracia liberal (tendencias impulsadas, debemos subrayar, por el propio capitalismo, en particular su impulso hacia una logística y unos mercados laborales globalizados totalmente libres), el resultado de cuatro años de poder trumpista, y la culminación de décadas de trabajo ideológico y político de la derecha en Estados Unidos.
-
Sin embargo, como la derecha de la calle siempre está tácticamente tres pasos por detrás del movimiento proletario, la derecha se encuentra ahora en una pausa del movimiento del mismo tipo en el que nos encontramos a lo largo de la década de 2010. Su golpe fue derrotado a medias por el Estado, y se les ha dado mucho tiempo, espacio y oportunidades mediáticas para lamer sus heridas. Esta es, quizás, la primera calma del movimiento de este tipo a la que se ha enfrentado esta generación de fascistas.
-
En esta pausa [la derecha] ha vuelto a los patrones de la guerra cultural y a la captura política local a la que han estado aclimatados al menos desde la Reconstrucción [fn] Aquí el término, Reconstrución, se refiere al periodo de tiempo despues de la Guerra de Secesión que terminó en 1865. Para leer más a profundo sobre este periodo vea la gran obra de W.E.B. DuBois, “Black Reconstruction in America: An Essay Toward a History of the Part Which Black Folk Played in the Attempt to Reconstruct Democracy in America, 1860–1880 [/fn], un patrón en el que se involucran en períodos de poder federal liberal mientras esperan su momento y tratan de empujar las cosas cada vez más a la derecha antes de su próxima toma de las riendas.
-
Lograrán, como siempre, muchas victorias horribles y violentas en este periodo de repliegue. Sin embargo, la lección que parecen haber aprendido del golpe es que, a pesar del aumento de los llamamientos a la secesión y la “independencia”, su mejor oportunidad de poder es la elección de Donald Trump en 2024. Por lo tanto, hay una especie de carrera a tres bandas entre el movimiento proletario, el ciclo electoral de 2024 y la salud física de Donald Trump. La muerte o la incapacidad de Donald Trump representaría un golpe para el movimiento fascista estadounidense tal como está constituido actualmente que requeriría al menos otro ciclo electoral para recuperarse.
-
Debido a la naturaleza distribuida y no imaginaria del Gran Rechazo, la derecha ha conseguido parecer más activa, poderosa, ruidosa y exitosa durante el último año que la izquierda. De hecho, lo han sido, en la medida en que la izquierda representa el lado directamente político del movimiento de liberación. Las mayores victorias de la izquierda este año se han producido en la creciente ola de organización, huelga y reconocimiento de los sindicatos, una tendencia poderosa, aunque empequeñecida por la Gran Resignación. Los liberales han conseguido dejar fuera del duelo por el control de las instituciones gubernamentales al resto de la izquierda, sobre todo en sus tendencias antirracistas y abolicionistas, mientras intenta una reforma (patéticamente ineficaz) de pasividad centrista y no política. El Gran Rechazo representa un ataque no en este duelo, sino por debajo y contra él. Mientras la derecha, el liberalismo y la izquierda luchan por la escritura de la casa, las termitas escarban en los cimientos.
-
Todo parece estar en el filo de la navaja, listo para saltar o caer, para explotar en acción o implosionar en la catástrofe. Debemos prestar mucha atención a esta sensación de inquietud, anticipación y ansiedad. No es un signo seguro de que vaya a producirse un levantamiento, pero es un signo definitivo de las condiciones de posibilidad de un levantamiento.
-
En la actual relación de fuerzas, es el movimiento proletario el más organizado, activo y capaz. Si surge un levantamiento en un futuro próximo, la revolución debe romper la crisálida de la izquierda en la que ha crecido, y levantar el vuelo. De lo contrario, el peso muerto de la política nos arrastrará una vez más a la derrota.